La Gota Labra la Piedra

Me decía mi veterana amiga mientras yo le confesaba que ese amor que me volvía loca era un imposible, la mujer de mis sueños era casada, tenía hijos un poco menores que yo, era rica, pituca, regia, fina, finísima y yo la amaba en silencio. Por las noches prendía mis velas y me metía unos viajes locos, la visitaba me metía a su cuarto, le respiraba en la cara, le susurraba mi nombre, la besaba de pies a cabeza…y me preguntaba, ¿es posible que la gota labre la piedra? y así poco a poco y muy sutilmente me gané su cariño y nació una amistad de tono diferente, me invitó a su casa, caserón y compartíamos nuestra afinidad por la pintura, el poder del espíritu, la playa, hablábamos de todo, me presentó a su esposo a sus hijos…y yo me preguntaba ¿la gota labrará la piedra? y seguía con mis meditaciones y hacíamos cosas ricas en ellas. Me invitó a su casa de playa, en donde las casas eran más bonitas que la playa y sus tres empleadas nos despertaban con desayuno servido y le preguntaban muy obedientes, señora, ¿qué quiere de almuerzo? Fuimos a ver el sunset, oscureció, la luna partida se reflejaba en el mar, ella me dijo no sé como hacer esto, le dije, déjate llevar, ella me miró y me besó en los labios torpe y efusivamente. Mi veterana amiga tuvo razón, la gota labró la piedra.