El Día De Los Muertos

Me fui al Cuzco a pasar el 1 de noviembre con mi amiga la gringa, su depa en el Cuzco era mi albergue para pasar mi santo, la gringa buena honda me hacía unos kekes, sin grasa, sin azúcar, creo que sin nada carajo, no se cómo, cosa de gringos. El primer año que fui la gringa estaba super afanada con Halloween y la celebración del Día De Los Muertos. Ella es Californiana y había pasado esta fiesta en Mexico varias veces en donde tengo entendido las masas se dirigen al cementerio a la medianoche a acompañar a sus muertitos, mi amiga pensando que lo que hacen en Mexico lo hacen en toda latinoamérica (cosa que muchos gringos tontos piensan) estaba pilas para ir al cementerio, nos juntamos en su depa Juanito y Elías sus dealers de ayudín y yo, teníamos unos disfraces locos y previa juerguita en su casa calentamos motores para ir al cementerio. Juanito, Elias y yo nos mirábamos cuando la gringa hablaba excitada del cementerio y no le decíamos que en Perú no hay tal cosa, al contrario le dábamos cuerda y nos matábamos de risa aparte de que ya estábamos en todas. Llegó el momento de salir, bajamos de su depa a tomar un taxi y le pedimos que nos lleve al cementerio, los cuatro íbamos mudos, el taxista no decía nada, manejó tranquilo a los disfrazados, llegamos al bendito cementerio y era una boca de lobo,oscuridad total, unos cuantos postes que alumbraban tipo velita misionera y ni un alma alrededor, la gringa decía…que rarou no haber nadie porr aquí..igual pagó y nos bajamos, nos acercamos a la puerta principal y estaba cerrada con una cadena de buque, decidimos empezar a caminar pegados a la pared buscando un muro bajo para saltar y poder entrar, las calles eran de barro y el muro del cementerio de adobe, no había un alma en las calles, la ténue luz de los focos nos alumbraban, finalmente encontramos el lugar adecuado y uno por uno saltó y así entramos los cuatro al cementerio, divisaba en la penumbra la silueta de las tumbas multicolores y las cruces, recuerdo que nos reíamos de forma nerviosa, la gringa ya había entendido que no estaba en Mexico y se la pasó diciendo que qué aburridos eran los peruanos, nosotros estábamos volando y la ignorábamos pensando que esa había sido una idea genial, todos empezamos a correr saltando de lápida en lápida, que mataperra he sido, en fin, de pronto divisamos a un grupo de gente y nos acercamos, eran cuatro patas que estaban chupando, nos sentamos con ellos y fumamos la pipa de la paz, para ese entonces el miedo se apoderó de mi y se manifestó en una frialdad de hielo en toda mi espalda, el frío de la muerte me agarró, estaba muda sólo escuchaba y miraba al vacío, para salir tuvimos que trepar el muro otra vez y latear harto hasta encontrar un taxi. Definitivamente una noche de Halloween inolvidable. Buuuuu